«Los hijos de las nubes»
En 1987, el reino de Marruecos culminó la construcción del muro que atraviesa el desierto del Sahara, de norte a sur, en tierras que no le pertenecen.
Este es el muro más extenso del mundo, sólo superado por la antigua muralla china. Todo a lo largo, miles de soldados marroquíes cierran el paso de los saharauis hacia su patria usurpada.
Varias veces, vanas veces, las Naciones Unidas han confirmado el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui, y han apoyado un plebiscito que la población del Sahara occidental decida su destino.
Pero el reino de Marruecos se ha negado y se sigue negando. Esa negativa equivale a una confesión. Negando el derecho de voto, Marruecos confiesa que ha robado un país.
Desde hace cuarenta años, los saharauis esperan. Están condenados a pena de angustia perpetua y de perpetua nostalgia.
Ellos se llaman hijos de las nubes, porque desde siempre persiguen la lluvia. También persiguen la justicia, más esquiva que el agua en el desierto.
Eduardo Galeano
De: “Los hijos de los días”
Ed. Siglo XXI de España Editores – 2012©
ISBN: 978-84-323-1627-2
En el año 2009 he viajado a los campamentos de refugiados Saharaui de El Alauin, en Algeria. Junto con dos amigos y colegas grabamos el documental “Meta Compartida” sobre la aventura de dos deportistas de la comunidad valenciana que participaron en el Sahara Marathon.
Estuvimos una semana viviendo en una de las casas dentro del campo de refugiados, compartiendo todo con una familia Saharaui. Lo primero que me llamó la atención fue la fuerza de voluntad de este pueblo. Los niños, las mujeres, los hombres y los ancianos, todos están unidos por su lucha por la justicia.
La vida en el campamento es muy dura. en pleno desierto las temperaturas son extremas de día, hasta 45 grados y de noche bajando hasta los 0 grados. Los recursos naturales son mínimos, falta cualquier comodidad. Los Saharauis viven en tiendas del ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) o en casa de adobe.
Hay días en que llegan tormentas de arena y las condiciones son aún más duras. El cielo se vuelve negro y no se consigue ver nada que no esté a pocos metros, como si hubiera una niebla densa. Pero hay también viento y la arena molesta los ojos y la respiración.
Todas las fotos de este reportaje han sido tomadas con una Leica R4s y película Kodak Tri-x 400